20150119

       Aunque Sartre creyese firmemente que no podemos ser nada sin jugar a serlo, pese que pretendemos creerlo, hay esencias que otros determinan por nosotros. Sería un ejemplo la etiqueta de poeta o artista.
       Atribuirse uno mismo la cualidad de poeta, hoy en día, puede resultar absurdo. Aún y así, si en la poesía de Monforte jugáramos a trazar un árbol genealógico que nombrara sus parentescos, aparecerían los nombres de Idea Vilariño y Ángel González como claras referencias que un día sirvieron de base para cuestionarse qué es la poesía. Aunque se escriba la mayoría de veces sabiendo en quién o qué se reflexiona, nunca se logra descifrar o imaginar quién será quien lea dichos versos. Imagino cuando llegó a sus manos un volumen de poesía completa de Vilariño. Ella le interpelaría: qué está haciendo vos/gastado y destrozado/ por todas las materias desgarrantes y probablemente él contestaría que lo único que hacía era intentar escribir. Que no es lo mismo que ser poeta, etiqueta que rehuye para centrarse, paradójicamente, en sus versos. 
       No obstante, polifacético por naturaleza, su expresión artística encuentra descanso en diversos medios como la fotografía, la ilustración o el diseño arquitectónico. Es por ello que sería un error comprender sus letras desde la palabra o su semiótica intrínseca. Es necesario también leerla desde el trazo, la luz o la dureza de los materiales. 
       Cronología del Óxido (Harpo Libros, 2015) es un primer poemario estructurado de manera circular y meditada, que comprende desde el 2010 hasta el 2014, y fue escrito en diversas ciudades como Washington, Barcelona o Valencia. En él, deja entrever cuáles serán los futuros denominadores comunes en su poesía. Sus preocupaciones tocan con los pies al suelo, lo cual ayuda a entablar un diálogo cercano con el lector. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cuándo dejamos de ser niños? en Joguines descubrimos su respuesta. ¿Cuál es la fina línea que separa el recuerdo con la voluntad de olvido? quizás la respuesta no resida en una clara dicotomía como Monforte propone: como si fabricar recuerdos/ no fuese igual/ que morir de olvidos. Las materias desgarrantes que conforman las ciudades también se prestan al olvido, la distancia y el concepto que Monforte desarrolla sobre vivir permanentemente exiliado de ellas: sería muy difícil volver/ cuando ni siquiera/ hemos aprendido a partir. González escribiría una vez “las calles de la ciudad son láminas de hielo” Monforte añadirá que algunas son monumentos funerarios,/ necrópolis de humo en las que la ciudad sólo está destinada a encarnar la muerte. 
       Pese a que su estilo sea sobrio y meditado, siempre habrá espacio para un tono gnótico que reclame a voces la certeza del amor y un completo campo semántico que gira a su alrededor. Habría sido astrónomo,/ de saberme tan cerca/ de cuerpo celeste. Cuerpos celestes que inevitablemente son herederos del frío, amores en los que las sábanas no resultarán ni bastarán para ser lugares seguros. Monforte abre la puerta a aquellos amores que tenían que dejarse por escrito para que fueran inmortales, ya que la vida les usurpó dicha oportunidad. Aquellos en los que con honestidad admirable se atreven a decirnos: que quisiera/ verte morir/ ante la certeza de/ no/ verte vivir. 
       La poesía de Monforte da lugar a la clarividencia de unas metáforas que al lector nos son cercanas. Sus metáforas reposan, se acunan en el espacio entre las palabras. Es probable que las metáforas nazcan del choque entre ellas mismas. A veces lo hacen por fricción, otras por venganza, o desamor. Monforte escribe sobre todas las semillas o cimientos que más tarde nos exige sin remedio alguno definir su esencia, aquella que claramente remite a la delicadeza de la poesía, pues no sólo la roza, si no la alcanza.


M.H.


Cronología del Óxido, (Harpo Libros, 2015)

4 comentarios :

  1. Es maravilloso como nos incitas a comprarlo. Y la manera en qué lo presentas. Resulta muy apetecible, y las ganas de leerlo aumentan gracias a lo que acabas de escribir (que, como siempre, es impresionante). Me tienes más que ganada.

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  2. Celebro esto por fin. Creo que la poesía de Pablo merece su lugar en la materia perenne de la imprenta. Es algo que tuve claro desde que empecé a leerlo por muchas virtudes y por unas cuantas coincidencias idiomáticas (relativo esto último al entendimiento y no a la equiparación de escritura). Voy a destacar aquí del recuerdo de su poesía sobre todo dos cosas que me parece fundamentales. Por una parte, la asombrosa sencillez de la narración poética que actúa siempre como un anzuelo irresistible, y que te lleva a esa clase de profundidades serias en las que algunos pueden sentirse próximos, como si se tratara de un mismo país, o de las claves tribales de una especie de casta apátrida o irradicada. Y la segunda, que deriva de esto último precisamente, es quizá lo que tiene que ver con los recuerdos y la muerte en los olvidos, en fin: el desarraigo; quizá del deámbulo vital por ciudades lejanas y distintas, de seguro, alimentado o reforzado por alguna clase de expatriación emocional o personal. El hecho, tal vez, de ser firmemente de algún lugar (varios lugares) en el que se localiza la propia identidad y al mismo tiempo, ser de ninguna parte, quizá puro desarraigo que obliga a la introspección crítica y de espíritu científico que busca respuestas, aunque no tanto en estructuras de lógica o deducción, sino en paradigmas y paradojas poéticos que son, finalmente, una expresión elevada, como el arte, de algo que quiere demostrar que somos más que meros seres vivientes.
    Me haré lo antes posible con el libro y lo pondré junto con los de Juarroz, Salinas, Cohen y demás. Ese ejemplar vivirá además en la misma tierra de Ángel González y si no lo está ya, imprimiré el texto de tu extraordinaria presentación para dejarlo siempre entre las páginas de esa "Cronología del óxido".
    Gracias a ambos: a él por escribirlo y publicarlo, a ti por contarlo.
    Un abrazo fuerte y felicidades silenciosas, que es como se felicitan las cosas magníficas.

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    1. Gracias RH, por la parte que me toca. Sólo espero que aprecies el libro, también en su imperfección. Has apuntado bien las lineas maestras, en especial el desarraigo.

      Probablemente no merezca un lugar tan privilegiado en tu biblioteca, pero será suficiente con que lo guardes con cariño.

      Un abrazo, y gracias de nuevo.

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  3. A menudo no se sabe muy bien qué decir ante un discurso tan bien argumentado, creo que eso me pasa ahora. Sigo viendo el poemario, mi poemario, como algo pequeño, sencillo, conocedor de dónde viene, de sus influencias, su tiempo y sus razones. Es honesto, y creo que se refleja en el hecho de que la mayoría de temas tratados son muy reconocibles.

    Cuesta hablar de un trabajo propio, juzgarlo, cuando se trata de material personal. De manera que gracias por mirarlo como lo ves, y después de hacerlo, compartirlo con nosotros.

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