Un verso se esconde de mi,
–cobarde–
creyendo que si lo encuentro
se agrietará
como un muro que una vez
fue habitación, mano, alfiler.
Un verso tiembla por ahí,
en algún lugar,
con las manos alrededor de las rodillas
y la cabeza cabizbaja
creyendo que si es
leído en voz alta
morirá.
Menos mal que el miedo.
ResponderEliminarMe gustan los muros que sustentan,
pero también los que una vez fueron.
Qué bonito lo haces.
Tan bonito que no tengo más palabras que añadir.
ResponderEliminarPero no mueren, son más que magia.
ResponderEliminarPrecioso.
Je, creo que sé bien de lo que hablas. Pero aparte: si mi opinión contara algo diría que les digas a tus versos que no, que no morirán porque son demasiado valiosos.
ResponderEliminar